La visión de él
“Era algo increíble, en mi vida
había visto algo así. Te juro, no lo podía creer. Ver eso en una cancha, en un
partido bodrio en donde la mayor emoción era que pasara el cocacolero, porque
encima hacía un calor de mierda, te juro que fue algo hermoso”.
No entendíamos nada de lo que
decía el negro. Había llegado al bar con una sonrisa de oreja a oreja. Algo
raro en él, que no sonríe ni para las
fotos y ante la pregunta de qué carajo le pasaba, nos saltó con toda esa
ridiculez y nosotros, los boludos, seguíamos sin entender nada.
-
A ver negro, si el partido era un bodrio, ¿qué
fue lo hermoso?
-
Una mina, flaco, eso fue lo hermoso. ¿Viste que
yo siempre digo que la mina se puede clavar unas botas y una minifalda y
arrasar con todo, pero que siempre hay algo que puede superar esa combinación?
Bueno, sucedió. No hay cosa más linda que ver a una mina con una camiseta de
fútbol. Se los digo posta. Me enamoré en cuanto la vi.
-
Paremos negro, frená un poco. A ver si entendí
bien, vos viste una mina en una cancha, te gustó… hasta ahí vamos bien, pero
¿le hablaste?
-
Bueno, no…
-
Andá a cagar entonces, dijimos a coro los tres
que estábamos en la mesa.
-
No, paren un poco, porque la vi hace dos semanas
y no le hablé, pero después fui
averiguando quién era. Se llama Florencia, da clases en una secundaria.
Les juro que no se puede creer que esa mina, preciosa, que puteaba tanto en la
cancha sea también una profesora de pendejos adolescentes.
-
¿Bueno… pero hay algo más?, preguntó impaciente
el rata.
-
Sí, hace una semana volví a la cancha, me ubiqué
en el mismo sector para ver si la veía otra vez. No saben los nervios que pasé.
Faltaban cinco minutos y la mina no llegaba, empezó el partido e igual y yo me
había gastado plata del laburo para comprar la entrada, si estaba más seco que
el Sahara… por suerte la mina cayó como a la media hora. Cuando terminó el
primer tiempo, que todo el mundo se va a mear, me ubiqué al lado de ella. Todo
tenía un motivo, les estábamos cascoteando el rancho a los cordobeses y el gol
venía en cualquier momento y viste cómo es en una cancha, que hacemos el gol y
abrazamos a cualquiera, como cuando en la misa tenías que plantarle un beso a
la vieja que se te sentaba al lado, bueno igual.
-
Pero pará, si el partido lo ganaron los
cordobeses.
-
Sí, no me hagas acordar. Empezó el segundo
tiempo y yo no sé si los nuestros se vendieron, si ellos se doparon o qué, pero
era ver once ferraris contra once bicicletas. En quince minutos nos clavaron
tres y yo estaba más enojado aún porque me cagaban todo el plan que por el
partido. Lo raro fue que en un momento, a la mina la veo llorar y se me estrujó
el corazón. Le digo que es sólo un partido y todas esas frases que dicen los
antifútbol y la mina me pide perdón, me dice que no es solo por el partido, que
ha sido una mala semana y se intenta parar e irse. Ahí fue cuando la agarré, le
pedí que me contara, le hice unos chistes hasta que se empezó a reír y vieran
que linda sonrisa tenía, me quería morir ahí, en esa tribuna, con esa imagen en
la cabeza. Estaba tan ocupado en ella que ni siquiera vi la patada salvaje que
pegó el cinco nuestro y por la que le dieron como siete fechas.
-
Ah bueno, ¿tan linda es la mina?
-
Es de otro planeta, la única cagada es que fuera
del fútbol no sé de qué mierda hablarle. Qué se yo, la mina parece muy bocho y
yo lo más cerca que estuve de un libro, fuera de los de la facultad, fue cuando
vendí el manual de matemática para ir a la cancha en el secundario. Encima el
campeonato se termina en dos semanas. Algo tengo que hacer, no puedo perderla.
El negro dijo lo último con una
cara de tristeza que no le veíamos desde que la madre le encontró y le sacó las
revistas porno cuando tenía 15 años. Nos quedamos preocupados, callados, en el
fondo todos ya preparábamos el colchón para dos semanas después.
Así pasaron los catorce días y nos
juntamos porque sabíamos cómo se venía la mano. Para peor los leprosos habían
vuelto a perder y el negro cayó amargado por dos.
-
¿Negro que pasó?
-
Nada, se terminó el campeonato. No pude hacer
nada. Se me escapó. Era el partido de mi vida y se me perdió. No supe cómo
hacer para ganarlo.
Hay momentos en que no importa lo
que digamos, todo suena a pelotudez. Frases como “ya pasará”, “verás que todo
va a estar bien” y otras del mismo estilo suenan ridículas y más para el que
las recibe, por eso todos nos quedamos callados, hundiéndonos en cerveza
mientras el negro no soltaba el celular y media hora después de silencios
incómodos, de cervezas pasar y de charlas sin sentido, el negro sonrió por
primera vez en la noche y después se empezó a reir.
-
¿Qué te pasa pelotudo? Venís llorando y ahora te
reís solo, ¿ya te pusiste en pedo?
-
No boludos, ustedes no entienden nada. Me acabo de dar cuenta de algo. En un mes
empieza el campeonato otra vez. Acabo de revisar el fixture, las dos primeras
fechas son de local, es decir que si me saco el abono para todo el campeonato,
la veré esos dos días y ocho partidos más. No solo eso, tengo un mes para
prepararme. Para llegar de la mejor manera. Para hacer algo.
El negro no dejaba de sonreír y
nadie quiso contradecirlo. Tampoco encontramos con qué llevarle la contra y fue
el flaco el primero en hablar…
-
¿Negro, contra quien juegan el primer partido?
¿clases de qué da la mina? Mi hermana es una luz, quizá nos tira una idea para
que puedas hablar de algo más de fútbol.
-
Sì, negro, y sino mañana nos juntamos a ver el
Discovery, pasan unos programas que te dejan pensando todo el día, tiró
Mariano, envalentonado, y subiéndonos a todos al carro.
El negro a todo nos decía que sí,
incluso le sugerí que fuéramos a la biblioteca, que algo íbamos a encontrar que
le gustara, el flaco y Mariano armaron una agenda, ya nos habíamos entusiasmado
y el negro solo nos miraba y sonreía. Igual no importaba, todos sabíamos que en
su cabeza ya estaba pensando en su próximo partido, en Florencia y en las
revanchas que siempre da la vida.
La visión de ella
-
Lo quería matar a mi viejo. Hace meses que no lo
veía y en el único momento en qué
podíamos vernos, me dice de ir a la cancha,
que recordáramos viejos tiempos en que me llevaba a ver los partidos y me
enseñaba quienes eran los jugadores nuestros, los errores que cometíamos y todo
eso. Y tuve que ir porque me miró con cara de perro arrepentido, pero yo hacía
años que no pisaba una cancha.
-
Bueno Flor pero llegaste sin voz ayer.
-
Y sí Ana, si está bien que hace años no iba a la
cancha pero lo veía a mi viejo sufrir por su equipo y me ponía mal. Al
principio insultaba por hacerle el aguante, pero después insultaba sola, ya me
había superado la situación. Encima, ustedes no saben chicas, en un momento
siento una mirada atrás mío. Un flaco no me sacó al vista de encima durante
todo el partido.
-
¿Y? ¿era lindo? ¿cómo se llamaba?
-
Qué se yo cómo se llamaba, estábamos en una
cancha. Ni le hablé, solo un pelotudo baboso puede ir a una cancha y en lugar
de mirar el partido, quedarse viendo a una mina. Cada cosa en su lugar sino el
mundo se va a la mierda.
Flor era una cosa rara. Diría mi hermano, a quién le
he prohibido que la invite a salir, que es la mina ideal. Igual no se crean que
a mi hermano se lo prohíbo porque sea mala, sino porque Flor y yo somos amigas
desde los 12 años y ni siquiera haber estudiado cosas diferentes nos separaron
y no quisiera verla mal a ella por culpa del imbécil de mi hermano o al revés.
La cuestión es que él dice que es la mina ideal porque está la mayoría de las
veces de buen humor, le gusta el fútbol y juega a la play.
Habían pasado diez días desde la última vez que
estuvimos con Flor, pero esa noche teníamos la juntada con los del secundario,
que era la misma boludez de siempre porque en realidad nos veíamos varias veces
al mes, pero en estas reuniones caían tres o cuatro con los que sólo nos
juntábamos para la ocasión.
-
Ana, tengo que contarte algo, a vos también
Sofi. Ayer volví a ir a la cancha por culpa de mi viejo, que encima me dejó
plantada y me volví a encontrar al chabón de la otra vez.
-
¿Al que no te dejaba de mirar? No me digás que se
mandó cualquiera en la cancha porque averiguamos quien es y mando al Fran para
que le pegue.
Sofía se acababa de poner de novia con un cinturón
negro en Kung Fu, Karate o Reiki, o una de esas boludeces en donde la gente
tira patadas envueltas en una bata con un cinturón que según el color dice si
pega más o menos fuerte, y quería probarnos a todas que el pibe le podía pegar
a cualquiera y no quería dejar pasar la oportunidad.
-
Sí ese, pero mantené a tu novio atado, Sofi, que
no pasó nada.
-
¿Entonces?
-
Nada, fui, llegué tarde desesperada porque mi
viejo estaba en la cancha y cuando llego, me siento, me llega un mensaje
diciendo que estaba hasta las bolas con el laburo que no podía ir. Me quedé
viendo el partido. Al pedo, porque los del otro equipo iban ganando por goleada
y el flaco este en el entretiempo se había sentado al lado mío. En eso me llega
un mensaje de mi hermana, que el test le había salido positivo, que estaba
embarazada luego de intentarlo por años y me puse a llorar, como una boluda, en
medio de la tribuna.
-
Me imagino la situación, cómo no estaba ahí, la
puta madre.
-
No, lo peor fue que el flaco me ve llorar y se
creyó que era por el partido. Posta que me pareció un boludo tan tierno que
hasta me hizo reír.
-
¿Bueno y pasó algo?
-
No tarada, no me lo iba a llevar a mi casa.
Estuvimos hablando hasta que terminó el partido. Se llama Lautaro. Trabaja en
un negocio donde la verdad no entendí muy bien qué hace. Es lindo, pero no sé.
No me pidió un teléfono ni nada y yo tampoco lo hice, porque orgullo ante todo.
Por las dudas iré a la cancha en la última fecha a ver si se anima o si solo me
estoy enroscando de boluda nada más.
Creo que las dos semanas que pasaron hasta
encontrarme con Flor fueron interminables. Principalmente porque todos los días
hablábamos sobre “el hincha”, cómo lo habíamos apodado casi sin querer. Así que
la misma noche, después del partido, quedamos en juntarnos hasta que Flor cayó
con cara de amargada.
-
Eh boluda ¿Qué pasó?
-
Nada, perdimos y con el pibe creo que me
confundí.
-
¿Por?
-
Cero onda, siempre hablamos de fútbol,
comentarios de cancha solamente. Yo quería hablar de otras cosas pero la verdad
es que no quería quedar como muy nerd y de las cosas de su laburo no entendía
mucho. Encima había entendido cualquier cosa, el pibe es ingeniero, entonces me
hablaba de su trabajo y yo no entendía nada. Al final nos despedimos, un beso y
veremos si nos vemos por ahí.
-
Puta madre, ¿no hay otro partido? ¿otra forma de
verlo?
-
No, ya se terminó el campeonato, hasta dentro de
dos meses nada.
-
…
-
Sí, ya no sé, no digas nada. Solo que me
enrosqué, tenía ganas de intentar salir con alguien.
-
¿Y sí logramos cambiar eso?
-
¿Qué querés decir?
-
Eso. Tenemos dos meses para investigarlo, no te
vamos a hacer ingeniera pero mi hermano te puede dar unas nociones básicas,
solo tenés que evitar que te invite a salir. Averiguamos que le gusta, ya
sabemos de que trabaja y que le gusta el fútbol. Solo hay investigarlo, ver su Facebook, si
tiene twitter y ahí sabremos todo y en dos meses tendrás tema para hablar de
acá a un año, por lo menos. ¿Qué decís?
-
Mmm podría funcionar.
-
Listo, hecho. Lo hacemos. Dejá de tener tantas
dudas. Si sos vos la que siempre dice que la vida te da revanchas, entonces fabriquemos
una.
Y así lo hicimos.
PD: Para Noel, una de esas personas que siempre deben existir.